Te presentamos al "informador" de Spirit, el periodista especializado en motociclismo que aprovechará nuestra capacidad para acceder a las nuevas Triumph antes de ser presentadas, y que para este número ha tenido la envidiable tarea de ponerse a los mandos de la nueva Daytona.
Da igual el camino, la Daytona 675R te provoca escalofríos que recorren tu espalda con solo acercarte a ella... Es tremendamente sexy, sobre todo en blanco y rojo, pero se vuelve repentinamente salvaje cuando el nuevo motor tricilíndrico cobra vida.
Paso la pierna sobre el estilizado colín –el escape ahora está abajo–, agarro el manillar y se me alegra el alma cuando el nuevo sistema de admisión me lanza a la cara ese inconfundible y áspero rugido desde la pulcra zona de pilotaje, elegantemente acabada en fibra de carbono y que contrasta con la intrincada tija superior. Es un buen lugar para estar, y la moto aún no se ha movido siquiera. El tacto es el típico de la Daytona, y los pelos del cogote se te erizan cuando la moto ruge mientras avanza por el pit lane.
Abro gas, paso las primeras curvas y puedo decir con sinceridad que nunca había montado en una moto deportiva tan intuitiva y fácil de llevar como ésta. Es tan rápida como bonita, subirte a la Daytona y salir zumbando parece la cosa más natural del mundo.
Abro gas, paso las primeras curvas y puedo decir con sinceridad que nunca había montado en una moto deportiva tan intuitiva y fácil de llevar como ésta. Es tan rápida como bonita, subirte a la Daytona y salir zumbando parece la cosa más natural del mundo.
El empuje en medios es más potente que antes y aunque los 3 CV extra no se notan arriba del todo, lo que sí se nota son las 500 rpm adicionales antes de llegar al límite, que te dejan estirar la marcha entre curvas cuando antes estabas obligado a cambiar a la siguiente. Además, el evidente esfuerzo de Triumph por centralizar la masa ha hecho maravillas. La moto es tan estable en las rectas, incluso con los peculiares Brembo mordiendo al límite, clavando el morro en el asfalto y con el embrague antirrebote trabajando pero sin estorbar, que no crees que te dé tiempo a tomar la curva. Entonces empujas el manillar y ya tienes la moto tumbada, tomando la siguiente curva y saliendo tan deprisa que tienes que recalibrarte el cerebro para seguirle el ritmo. Es tan ágil que te quita el aliento.
Es la moto perfecta para días de circuito, lo bastante rápida como para desbocarte el corazón, para emocionarte con su grave aullido mientras vas pasando marchas con el cambio semi-automático, proporcionando un manejo tan natural que es capaz de sacarte de lo más hondo con ese tremendo par en medios. Rodar deprisa nunca había sido tan fácil y gratificante".
FICHA TÉCNICA:"Empujas el manillar y ya tienes la moto tumbada, tomando la siguiente curva y saliendo tan deprisa que tienes que recalibrarte el cerebro para seguirle el ritmo"
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