Los ciclomotores surgieron como un paso intermedio entre los que tenían una motocicleta y los que no podían permitírselo, pero tenían poder adquisitivo suficiente como para mantener algo más que una simple bicicleta.
Los ciclomotores, híbridos de bici y moto, ocuparon el sitio dejado por las bicicletas y ofrecían desplazamientos de puerta a puerta a bajo coste. Pero el aumento de la renta disponible hizo evolucionar a los ciclomotores hasta perder los pedales y convertirse en pequeñas motos de ámbito urbano, con muy poco o nada de bicicleta.
Con el tiempo y el desarrollo en España la bicicleta fue perdiendo ese sentido "utilitario" y ganando en nuevos conceptos que nos podemos permitir ahora como los de ecología, movilidad sostenible y deporte. Lo que significa que se ha ido convirtiendo con el tiempo en un objeto más lúdico que práctico.
La llegada de la electrificación del transporte ha permitido fusionar la fuerza humana con pequeños y eficientes motores eléctricos que nuevamente han convertido al ciclomotor en una realidad con múltiples modelos entre los que elegir en el mercado.
Uno de los más interesantes es este Greyp G-12, diseñado para adoptar lo mejor de ambos mundos -moto y bici- en un producto de cuidado diseño. Como ejemplo de su refinamiento solo decir que se activa mediante la detección de la huella dactilar de su dueño y que tiene un computadora de abordo que ofrece una completísima información para la correcta gestión de las baterías. El G-12 ofrece tres modos de conducción a nuestra disposición: Street, Eco y Power.
Con un verdadero peso de ciclomotor 49 kg, su motor es capaz de propulsar al G-12 hasta los 65 km/h sin pedalear con una extensa autonomía de 120 km, gracias a unas baterías de última generación de 1,3 kWh de capacidad. La recarga es muy rápida, alcanzando el 100 por 100 en solo 80 minutos, en un enchufe convencional de 220 V .
¿Pero tendrá algún pero? Efectivamente, este tecnológico ciclomotor solo se puede adquirir si tenemos 6.000 euros en el bolsillo.
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